“Las paredes de la sala cuadrada se hallan recubiertas hasta
el techo de armarios en los cuales se alinean muy juntos los cráneos. Para
formar esta colección habrán sido saqueados sin duda no sólo enterramientos
aislados, sino cementerios enteros de guanches. Si uno se coloca en el centro
de la sala, aunque mantenga cerrados los ojos, nota con tanta fuerza la
irradiación que pronto se vuelve insoportable”.
En el Museo Canario
Ernst Jünger. Radiaciones. Pasados los setenta. 1965-1970