martes, 23 de diciembre de 2014
domingo, 30 de noviembre de 2014
#SaveMobyDick
El lunes,
1 de diciembre a las 17:30 horas, en el aula de posgrado de la Escuela de
Arquitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) se
presenta se presenta #SAVEMOBYDICK, primer proyecto de ruta turística
cinematográfica en Gran Canaria.
sábado, 22 de noviembre de 2014
viernes, 17 de octubre de 2014
Misterio y melancolía de una plaza
La primera visita de Distrito Regenta, la Plaza de la calle Agustín Ramos, en La Isleta. se realizará en esta primera ocasión bajo la guía del arquitecto y profesor de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas Juan Ramírez Guedes.
Oculta por su elevación a la mirada de quienes transitan por el Paseo de Las Canteras o la calle Agustín Ramos, únicos caminos desde los que es accesible, la Plaza de la calle Agustín Ramos es un lugar de atmósfera metafísica, resultante de la retirada de un torreón de agua de mar, es uno de los más extraños de Las Palmas.
Juan
Ramírez Guedes es
doctor arquitecto y profesor titular de universidad de Proyectos
Arquitectónicos de la ETS de Arquitectura de las Palmas de Gran Canaria, ULPGC. Ha sido investigador becado en el
Istituto Universitario di Architetura di Venezia. IUAV, y profesor invitado en
el propio IUAV de Venecia, la ESARQ en Barcelona (Universidad Internacional de
Catalunya), UIMP y Politecnico di Milano, FAS di Mantova y Università degli
studi di Udine. Ha obtenido distinciones en concursos de arquitectura y
participado en certámenes internacionales como la Biennale di Venezia. Es autor de numerosas publicaciones en libros
(entre otros los más recientes Metrópolis
y Ciudad histórica, 1999; Proyecto e
hiperrealidad, 2000; Arquitectura de
Sol – Sunland Architecture, 2002; Fragmentos
para una poética de la ciudad contemporánea, 2003; Nitido e Sfocato /The clear
and the blurred, 2011; Las Palmas y sus imaginarios, 2013) on-line (The
spatial figures of the contemporay urban landscape, 2013, Paisaje y residuo urbano, 2013, Landscape and urban waste, 2014); y en
revistas nacionales e internacionales como Basa,
Periferia, Arquitecti, Quaderns, Pasajes, etc
domingo, 24 de agosto de 2014
Flash
domingo, 27 de abril de 2014
La ciudad y los enigmas
Plaza del Torreón vista desde la azotea de Luz María y Marco
Texto de Mariano de Santa Ana
El sol de mediodía proyecta sobre
la plaza la sombra de la farola. La sombra está mejor dibujada que la farola
misma porque es la suma del cuerpo de la farola y del proyector solar. En torno
a la farola, que señaliza el centro de la plaza, el pavimento dibuja un círculo
dividido en doce triángulos coincidentes con las particiones de un reloj. La
farola marca las doce. La plaza no tiene nombre o bien tiene varios: Cuando se
les pregunta, algunos vecinos se encogen de hombros sin saber qué responder.
Otros la designan indirectamente como plaza de la calle Agustín Ramos, en
referencia a la vía que la atraviesa de Este a Oeste. Algunos más la llaman
Plaza del Torreón, en recuerdo del tanque hidráulico que ocupaba justo el
círculo y de cuya retirada resultó la plaza.
El torreón almacenaba el agua de mar que impulsaba la estación de bombeo emplazada sobre un escarpe de Punta Gorda. Con ella se abastecía la piscina de La Isleta y se limpiaban las calles de esta parte de Las Palmas. Mario, un vecino que vive desde su infancia en una vivienda que da a la plaza, explica que en principio fue el torreón, que las casas se construyeron posteriormente a su alrededor. Carmen, también ha vivido toda su vida aquí, echa cuentas y calcula que el tanque de agua salada desapareció para siempre de la vista en 1973. Tienta decir que más que desmontado fue desalojado.
Guarecida por las pocas viviendas que se organizaron en torno al torreón, la plaza se levanta sobre una elevación del terreno y sólo es accesible a través de sendas escaleras por las que se prolonga la calle Agustín Ramos. Sin duda, éste es uno los lugares más enigmáticos de Las Palmas, como señala Juan Ramírez Guedes, profesor de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas, que ha conducido hasta aquí a este periódico. Tal y como explica el arquitecto, en este espacio se mezclan elementos contradictorios “con una geometría indecisa que quiere ser regular pero no llega”, pues el círculo segmentado en torno a la farola está envuelto a su vez por un octógono irregular, el que conforman las fachadas de las casas.
El muro de una de estas fachadas se prolonga en uno de los extremos de un solar vacío pero deja el otro al descubierto, lo que redunda en la cualidad de “decorado plegable”, dice el profesor, de esta plaza que deja fuera de escena al resto de la ciudad, pues la plaza vive ensimismada con el horizonte oceánico, tan inexistente como irrefutable.
El reino de la técnica, sobre el que se asienta la ciudad, los levantó y el reino de la técnica provocó su obsolescencia. La de la estación de bombeo, que con su distintivo color rojo inglés pervive aún en el Paseo de Las Canteras como un vestigio arqueológico moderno, y la del torreón, que perdura en el vacío monumental que dejó tras de sí. Y, ahora, mientras algunos transeúntes desfilan por el recinto escénico de la plaza, ajenos quizá al misterio que se mueve entre ellos, desde el palco de la azotea de Luz María y Marco, vecinos en los que refulge maravillosamente la costumbre antigua de la hospitalidad, los visitantes contemplan a los transeúntes, contemplan como la farola marca la hora del mediodía y presienten que de un momento a otro el Teatro del Mundo va a ser arrastrado a alta mar.
El torreón almacenaba el agua de mar que impulsaba la estación de bombeo emplazada sobre un escarpe de Punta Gorda. Con ella se abastecía la piscina de La Isleta y se limpiaban las calles de esta parte de Las Palmas. Mario, un vecino que vive desde su infancia en una vivienda que da a la plaza, explica que en principio fue el torreón, que las casas se construyeron posteriormente a su alrededor. Carmen, también ha vivido toda su vida aquí, echa cuentas y calcula que el tanque de agua salada desapareció para siempre de la vista en 1973. Tienta decir que más que desmontado fue desalojado.
Guarecida por las pocas viviendas que se organizaron en torno al torreón, la plaza se levanta sobre una elevación del terreno y sólo es accesible a través de sendas escaleras por las que se prolonga la calle Agustín Ramos. Sin duda, éste es uno los lugares más enigmáticos de Las Palmas, como señala Juan Ramírez Guedes, profesor de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas, que ha conducido hasta aquí a este periódico. Tal y como explica el arquitecto, en este espacio se mezclan elementos contradictorios “con una geometría indecisa que quiere ser regular pero no llega”, pues el círculo segmentado en torno a la farola está envuelto a su vez por un octógono irregular, el que conforman las fachadas de las casas.
El muro de una de estas fachadas se prolonga en uno de los extremos de un solar vacío pero deja el otro al descubierto, lo que redunda en la cualidad de “decorado plegable”, dice el profesor, de esta plaza que deja fuera de escena al resto de la ciudad, pues la plaza vive ensimismada con el horizonte oceánico, tan inexistente como irrefutable.
El reino de la técnica, sobre el que se asienta la ciudad, los levantó y el reino de la técnica provocó su obsolescencia. La de la estación de bombeo, que con su distintivo color rojo inglés pervive aún en el Paseo de Las Canteras como un vestigio arqueológico moderno, y la del torreón, que perdura en el vacío monumental que dejó tras de sí. Y, ahora, mientras algunos transeúntes desfilan por el recinto escénico de la plaza, ajenos quizá al misterio que se mueve entre ellos, desde el palco de la azotea de Luz María y Marco, vecinos en los que refulge maravillosamente la costumbre antigua de la hospitalidad, los visitantes contemplan a los transeúntes, contemplan como la farola marca la hora del mediodía y presienten que de un momento a otro el Teatro del Mundo va a ser arrastrado a alta mar.
Presencias / ausencias
Foto de la plaza: Nacho González Oramas
lunes, 24 de marzo de 2014
La ciudad sin memoria
DESTRUYENDO LOS MONUMENTOS DE LA ISLETA
La destrucción del patrimonio y el paisaje de La Isleta
Coincidentemente en el tiempo con el interés de diferentes grupos y organizaciones vecinales, culturales, universitarias y empresariales por la puesta en valor del patrimonio histórico y paisajístico que alberga el espacio del Confital en La Isleta, durante el último fin de semana, al intentar tapiar su entrada se ha producido la demolición parcial de uno de los bunkers de la II Guerra Mundial que forma parte de un conjunto arqueológico militar que representa uno de los principales exponentes de la cultura material de ese espacio y ese paisaje singulares que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria tiene la fortuna (aún) de poseer. Este atentado, en su indescriptible ausencia de sensibilidad, sentido común e inteligencia, constituye un hecho repudiable impropio de una administración civilizada y que nos aboca a la peor aculturación y a la mayor y más obtusa brutalidad en las relaciones con nuestro patrimonio y nuestro paisaje. Patético y lamentable.
Actualización:
Según informaciones muy probablemente verídicas (La Provincia, miércoles 26/03/2014, página 15), la presunta responsabilidad del incalificable atentado corresponde a la Demarcación de Costas, en una muestra de ignorancia, incompetencia y barbarie realmente increibles.
Actualización:Reparan el bunker
jueves, 6 de marzo de 2014
El poeta y la ciudad
La ciudad sin el poeta
"Cuando la palabra no designa nada por lo menos es decible, no así la cosa fuera de la palabra, que ni siquiera es pensable..."
Del Prefacio a la segunda edición de Palabras de un asesino. Leopoldo María Panero
Ver más:
Leopoldo María Panero, el personaje y el poeta,
por Alexis Ravelo en Ceremonias
viernes, 21 de febrero de 2014
domingo, 9 de febrero de 2014
sábado, 4 de enero de 2014
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